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Gandia Basket cup: Los próximos campeones

5 May 2022
Nuestro entrenador Cedric Arregui Guivarc’h, en el largo viaje de vuelta, con los ojos cerrados, pero despierto, con la mente en los fantásticos días que acabábamos de pasar con nuestros equipos, ha querido plasmar en una noticia, todo lo que en ese viaje, le ha venido a la mente. Cómo no, no podíamos negarle explicar a todos, cómo se ha sentido, cómo lo ha visto desde dentro, que seguro, es algo único y que todos estamos deseando leer.

Hoy venimos a hablar de una aventura que se inició hace varios meses (octubre-noviembre) y que éste fin de semana se ha llevado a cabo, la Gandía Basket cup.

Durante todos estos meses, los jugones han estado esperando en vilo a este ansiado finde.

El puente de inicio de Mayo se vislumbraba en el alejado horizonte temporal, pero que tras la semana santa, ya nos estaba acechando a la vuelta de la esquina.

En este artículo no habrá ni un ápice de resultados, o álgebras estériles que nada aportan al espíritu deportivo. Lo que más cabe destacar es qué aportan estos torneos insertados en mitad de la temporada. Planificados con mucho tiempo y que sin embargo luego aparecen a bote pronto cuando más te lo esperas. Torneos donde el viaje puede ser más largo de lo esperado,  pero  en el que lo importante es llegar. Viajes donde siempre, el viaje de ida siempre parece más largo que el de vuelta.

Una vez en el evento, hay que ponerse en situación. Saber cuál es nuestro nuevo entorno, qué vecinos tenemos, dónde tenemos a l@s demás compañer@s de equipo y saber dónde está nuestr@ entrenador/a (aún sabiendo que también podemos contar con l@s entrenadores/as.

Empieza al fin el torneo y vienen esos pequeños nervios, más teniendo en cuenta, que vamos a jugar contra equipos de otros sitios de España que estarán en la misma tesitura. Quién sabe si volveremos a jugar contra ellos,  si volveremos a coincidir en los próximos años.

Una vez estamos metidos en pleno torneo, en el partido, aprovechamos la ocasión para adaptarnos y mejorar nuestra capacidad de adaptación al nuevo medio. Son partidos fulgurantes, recuerdan a la Fórmula 1, los jugadores van lanzados como bólidos y si parpadeas…¡te puedes perder la carrera! Cuando te quieres dar cuenta, ya ha pasado la mitad del torneo y ves que ya queda menos de la mitad.

En ese momento echas la mirada atrás y ya tienes para elegir una colección de recuerdos. Un chiste, un cuento, una moraleja o una batallita de tu entrenador/a que puede hacer descubrir otra cara más de la misma moneda que en principio sólo tenía dos caras. Y sí, los horarios que invitan al mismo frenesí que conllevaría una competición comprimida en un finde. Es como si fuera casi un mes, con 4 o 5 partidos, repartidos en 2-3 días y cambiando entrenamientos por momentos de convivencia.
Cuántos recuerdos…

Ser puntuales, disfrutando del reto de sincronizarnos como si fuéramos un reloj suizo con sus respectivas piezas fabricadas a mano, proveniente de distintas “casas” y con sus preciadas singularidades.

Disfrutar de la inocencia de los pequeños desenvolviéndose en una de esas primeras veces fuera de casa y comprobar que los mayores, pese a llevar unos cuántos años en canasta grande, aún siguen teniendo ese niño dentro metido entre pecho y espalda.

Desayunar, comer y cenar todos juntos, pero no revueltos. Ver esas caras recién levantadas y cronometrar cuánto tardan en activarse (más de una sorpresa garantizada).

Durante el año compartimos muchos momentos dentro de la cancha. Enseñamos todo lo relativo a nuestra disciplina deportiva, pero en estos torneos en los que hay convivencia, conseguimos conocer más a l@s jóvenes que entrenamos, qué música escuchan, qué comida eligen en el buffet libre, la forma que tienen de relacionarse, las preguntas que se hacen, sorprenderles demostrando que no confundimos nombres de padres y madres y muchos más pequeños detalles…

Todo esto desde una perspectiva privilegiada: somos las personas que les enseñan a valorar el juego que adoran aprender y también podemos aportarles nuestra forma de entender valores como la comunicación, el respeto, el saber estar y hacer lo correcto.

Voy pensando ya en acabar el artículo porque ya estoy pensando en la próxima vez que podamos ayudarles a crecer como personas.

La chavalería duerme en el autobús, rematados por tantas emociones y en un vano intento de recuperar unas horas de sueño que jamás serán recuperadas. Podemos decir que sólo están recargando las pilas para volver a fundirlas. Pensando en volver, mañana martes a la rutina del día a día, es probable que piensen que todo esto fue un sueño soñado, pero sonreirán con pillería sabiendo que fue verdad, gracias a todos los recuerdos latentes en su corazón.

¡El futuro ya está de vuelta!